Hace poco un joven pidió consejos para un problema que no podía vencer. Decía: "Ya no puedo más. La tentación
es demasiado fuerte. Pareciera que no hay victoria para mí; sólo derrota continua. Debe de ser el demonio".
En este artículo mi propósito es explicar uno de los principios bíblicos para ayudar a este joven y a otros
miles que piensan que no pueden vencer la tentación.
El ser humano posee algo maravilloso: la capacidad de adquirir hábitos con facilidad. Un hábito es un movimiento,
pensamiento o reacción realizado vez tras vez hasta que se fija y es parte de la rutina. Por ejemplo, nos ponemos primero
el mismo zapato cada día. Al hacerlo de manera distinta sentimos como si hubiera sucedido algo raro.
Recuerdo la primera vez que visité Gran Bretaña. Allí se conduce sobre la mano izquierda, y los controles
del auto están a la derecha. Para mi sorpresa me proporcionaron un automóvil durante el tiempo de mi estadía. Por mi parte,
yo nunca había tenido que cambiar velocidades con la mano izquierda, ni había tenido que recordar constantemente de qué lado
de la calle debía estar. (Hasta ese momento lo había hecho en forma inconsciente). El primer día todo fue muy extraño porque
no estaba acostumbrado. Sin embargo, decidí no darme por vencido, ni dejar el coche. De manera que aunque en mi vida anterior
se me había enseñado algo distinto, tuve que hacer las cosas de acuerdo a las costumbres británicas. Después de seis semanas
de haber conducido en Gran Bretaña regresé a casa. Volví a conducir mi automóvil, pero volver a manejar sobre la derecha me
resultaba confuso, y a los dos días casi tuve un accidente fatal.
Al año siguiente regresamos a Inglaterra. Nuevamente me dieron un automóvil, y nuevamente tuve que hacer
el esfuerzo del cambio. Poco tiempo transcurrió esa vez para que me sintiera cómodo y seguro con las nuevas normas. No obstante,
un día estaba muy cansado y entré en una rotonda -glorieta- por la derecha (hay que recordar que ellos circulan en sentido
contrario). Intenté cambiar la velocidad rápidamente para salir del embrollo, pero para ello usé la acostumbrada mano derecha,
y lo único que conseguí fue bajar la ventanilla. ¿Qué me había pasado? Había regresado a las viejas normas. Es exactamente
lo que sucede a veces en la vida espiritual.
Pensemos en el joven que no podía vencer su problema. Cuando recibió a Cristo tenía muchos hábitos ya formados,
hábitos pecaminosos –viejas normas. Personas como él van al Señor y sienten gran emoción y el gran alivio de que sus
pecados estén perdonados; están "conduciendo un nuevo automóvil", y todo esto los sostiene por días, semanas y aún meses.
Sin embargo, después de un tiempo, algunas de las viejas tentaciones regresan. Quizá la persona diga: "Yo creí que una vez
redimida nunca más iba a tener tentaciones. ¿Qué hago? No quiero hablar con el hermano pastor ni con los ancianos porque seguramente
no van a entender. Ellos son gente santa". Tarde o temprano la persona sentirá que sus oraciones no llegan siquiera al techo.
¿Para qué orar? Luego dejar de estudiar la Biblia, agregando: "No quiero ser hipócrita, por lo tanto voy a dejar de asistir
a la iglesia. Siento que aquí en la tierra no puedo vivir en victoria, es imposible que sea creyente en Cristo y que al mismo
tiempo, tenga esos pensamientos".
El principio de sustituir. Lo que sucedió con la persona es que salió de su viejo automóvil, entró en el
segundo vehículo pero no se quedó allí el tiempo suficiente como para acostumbrarse a las nuevas normas en su vida, además
no sustituyó las viejas normas de vida por las nuevas normas bíblicas. Napoleón dijo: "Para conquistar hay que sustituir".
Lo que le faltó a ese cristiano fue sustituir por medio de la disciplina bíblica.
Pablo explica en Tito 2:11,12: "Porque la gracia de Dios que trae salvación se ha dejado ver de todos los
hombres. Y esa gracia nos enseña a decir no a la impiedad y a las pasiones mundanas, y a vivir en este tiempo una vida sobria,
justa y piadosa" (NVI). En este pasaje encontramos la palabra "enseña". En el griego es la palabra "disciplina". Cuando este
término se traduce al español como "disciplina" (Hebreos 12:5-11), significa educar por medio de la disciplina. La victoria
requiere una vida disciplinada, que es resultado de la gracia del Señor. No es el tipo de disciplina militar sino una disciplina
administrada por la gracia del Señor. Esta disciplina tiene dos caras:
Lo que uno tiene que dejar, aquello a que hay que renunciar y decir un rotundo "no"; y
Lo que de acuerdo a la Biblia uno tiene que poner en su lugar.
Al aconsejar, siempre busco estos dos aspectos: Las actitudes, acciones, etc. que hay que abandonar;
y las normas bíblicas que deben aparecer, disciplinadamente, hasta que formen nuevos hábitos en la vida.
Encontramos este principio en toda la Biblia. En 1 Timoteo 4:7, Pablo dice: "Ejercítate (disciplínate) para
la piedad ". En Isaías 1:16,17 leemos: "Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad
de hacer lo malo; aprended a hacer el bien". Es importante notar que el apóstol Pablo tenía que aprender a contentarse (Filipenses
4:11). En 2 Timoteo 3:16, Pablo habla de "instruir (o entrenar) en justicia". En Hebreos 5:11-13 se nos hace una descripción
de los inmaduros. En el v. 14 el escritor define a una persona espiritualmente madura, diciendo: "Pero el alimento sólido
es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso, tienen los sentidos ejercitados (entrenados, disciplinados)
en el discernimiento del bien y del mal". Según Hebreos, la persona madura ha sujetado sus sentidos a la Palabra de Dios por
el poder del Espíritu Santo, a tal punto que discierne bíblicamente. Podemos ver este proceso en 2 Pedro 2:14 donde el apóstol
declara que los pecadores tienen el corazón habituado a la codicia. Proverbios 23:12 dice: "Aplica tu corazón a las enseñanzas
y tu oído a las palabras de sabiduría".
El momento de la tentación. El principio de dejar y sustituir opera también en el momento de la tentación
de codiciar, de mentir, de chismear, de enojarse, etc.
Dice el apóstol Juan: "En verdad, en verdad os digo, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda
solo; pero si muere, produce mucho fruto" (Juan 12:24). Consideremos también Lucas 9:23: "Si alguno quiere venir en pos de
mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz cada día y que me siga". El grano de trigo representa mi deseo pecaminoso.
Para poder vencer en el momento de la tentación, mi voluntad debe sujetarse a la voluntad de Dios. El lema ha de ser: morir
para vivir. Esto es tomar la cruz, morir al deseo pecaminoso en el momento de la tentación. Pero Lucas exhorta a tomar la
cruz "diariamente". No se gana la victoria haciéndolo una sola vez, sino día a día hasta que produzca nuevos hábitos bíblicos
en la vida.
Ejemplos en Efesios 4. Comentaremos ahora algunos ejemplos de estos principios según Efesios 4:17-28: "Esto,
pues, digo y requiero en el Señor; que ya no andéis como los otros gentiles andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento
entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después
que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. Mas vosotros
no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está
en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos,
y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la
verdad. Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros.
Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo. El que hurtaba, no hurte más sino
trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad".
Advertimos que el punto de partida es la mente y lo que en ella tiene lugar. Notemos que se hace referencia
a "la mente" (v. 17); "el entendimiento, la ignorancia" (v. 18); "aprender" (v. 20); la "renovación de la mente" (v.23). El
apóstol hace resaltar la importancia de renovar la mente mirando las cosas desde la perspectiva de Dios (tanto el pecado como
la solución y los recursos para poner en práctica las nuevas normas).
El ejemplo de la mentira. Supongamos que una persona pide consejos porque su problema es ser mentiroso
(puede ser el problema principal o un factor contribuyente). ¿Cuándo el mentiroso deja de serlo? Generalmente una persona
miente bajo determinadas circunstancias, para cubrir su irresponsabilidad o para no sacar a la luz su propia vergüenza. Podría
ser parte de la cultura, pero es muy posible que cuando va a buscar consejo, no se presenten las circunstancias bajo las cuales
acostumbra a mentir. El hecho de que el mentiroso sea veraz en un momento determinado no significa que haya superado el problema.
Hemos mencionado la sustitución de una cosa por otra o como dice Pablo: "despojarse" y "vestirse". ¿Cuál es el consejo del
apóstol cuando nos exhorta a no mentir? "Hablad verdad cada cual con su prójimo" (Efesios 4:25). Es importante decir "no"
a la tentación de mentir, pero además hay que decir "sí" a la verdad. Y no basta hacerlo en una sola oportunidad; debe repetirse
vez tras vez hasta que se convierta en nueva forma de vida. Es entonces cuando se puede afirmar que el mentiroso ya no lo
es.
El ejemplo del ladrón. Pablo nos da otro ejemplo en Efesios 4:28, el ladrón. ¿Cuándo el ladrón deja de
ser tal? ¿Cuándo deja de hurtar? No necesariamente. Puede darse el caso de que en algún momento no tenga necesidad económica,
y por lo tanto no hurta. El ladrón deja de ser ladrón cuando: Ya no roba más (v. 28), y por el poder del Espíritu Santo aprende
a decir "no" al deseo pecaminoso. Ya no es ladrón cuando haya sustituido el viejo deseo por la norma bíblica. Según Pablo
el ladrón deja de ser tal cuando haya encontrado un empleo digno, cuando esté ganando un salario y esté compartiendo sus ganancias
con los que tienen necesidad. Pero eso no es algo que sucede en un momento ni en un mes. Tienen que establecerse nuevas normas
de vida. Es importante notar que los tres elementos funcionan en conjunto. En primer lugar encuentra un empleo digno, para
luego compartir esas ganancias con los demás.
Ahora estimado lector, es hora de poner en práctica estos principios. Sugiero que usted tome los últimos
2 ó 3 casos que haya aconsejado. (problemas maritales, personales, etc.) y haga una lista de las prácticas que el individuo
ha tendido que abandonar para agradar a Dios. Después, Biblia en mano, busque las prácticas, actitudes, etc. que la persona
debe poner en su lugar. Luego, trace un plan de acción para que las nuevas normas bíblicas formen parte permanente de la vida.
Estoy seguro de que jamás escucharemos la frase: "Ya no puedo más…"
Apuntes Pastorales Volumen XII, número 4. Todos los derechos reservados