«Pastor, estoy embarazada». Ningún pastor o líder quiere escuchar estas palabras cuando provienen de una
adolescente. La vida de esta joven nunca más será la misma. ¿Cómo respondo de tal forma que exprese desilusión y, al mismo
tiempo, apoyo? ¿Cómo le hablo acerca de su confusión y vergüenza de tal forma que no condone las relaciones sexuales prematrimoniales
pero que ella sepa que Jesús y yo todavía la amamos?
Ese es el dilema del pastor y del líder. Cada año, casi un millón de jóvenes adolescentes —10% de todas
las mujeres entre quince y diecinueve años de edad— quedan embarazadas. Estados Unidos tiene el porcentaje más alto
de adolescentes embarazadas entre todos los países desarrollados. Desafortunadamente, muchas iglesias no saben cómo enfrentar
este problema. Tampoco olvide que los padres de estas jóvenes también sienten vergüenza, especialmente si son miembros de
la iglesia. Se sienten desilusionados y frustrados por todos los sacrificios que hicieron para asegurarle a su joven hija
un futuro, el cual ahora parece ser algo vano.
Por eso, mi deseo a la hora de ministrar a estas familias heridas es ofrecerles compasión en vez de condenación.
No queremos que ninguna familia sienta que la iglesia —una casa de oración— se convierte en una casa de juicio.
Si bien debemos tomar en serio las consecuencias permanentes del pecado, la gracia nos recuerda que las ofensas
pasadas no deberían obstaculizar a los jóvenes a practicar y crecer en su fe.
Incluso el embarazo de una adolescente en nuestra iglesia puede ser una advertencia de que necesitamos poner
más atención en nuestros jóvenes. Definitivamente necesitamos enseñar, predicar y fomentar la abstinencia. Debemos tener cuidado
de no crear una cultura en la iglesia que fomente la promiscuidad o un lugar donde las adolescentes que buscan atención traten
de encontrarla en el embarazo temprano.
Pero también necesitamos recordar que estas jóvenes están heridas y perdidas. Ellas irán a cualquier lugar
para encontrar ayuda. Nuestras acciones pueden determinar si ese lugar se dirige a Dios o, al contrario, las aleja de él.
Formas constructivas para responder al embarazo adolescente
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Comunique la desilusión en forma privada. Cuando una joven en mi iglesia quedó embarazada, le expresé mi
desilusión —en privado. Sus acciones me habían desilusionado, mas no ella como persona. No la reprendí en público.
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Celebre la vida. La iglesia podría ser el único apoyo para los padres adolescentes. Animo a la congregación
para que le envíen a la familia alimentos y que los ayuden con pañales y otros artículos para bebé. Al celebrar estos nacimientos,
no estamos celebrando el sexo fuera del matrimonio, sino el milagro y la decisión por la vida.
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Incorpore a los padres adolescentes en la vida de la iglesia. Si ellos han reconocido su falta moral y
se han hecho responsables, anime a los padres y madres adolescentes a continuar en las actividades juveniles. Sin embargo,
deje en claro que el bebé es su responsabilidad. Algunas veces esto significa que no podrán participar de algunas actividades
del grupo juvenil, pero eso es parte de la realidad de la crianza de los niños.
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Anímelos a compartir sus historias. La madre o padre adolescente puede ser una ayuda eficaz para abordar
temas sobre la abstinencia y los embarazos. El/la joven puede también ser una fuente confidencial que puede alertar a los
líderes juveniles de otras y otros jóvenes en riesgo.
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Contáctelas con algún centro de ayuda. La iglesia puede servir como un conducto para referir a la adolescente
a alguna agencia cristiana que maneje embarazos, adopciones o las ayude en la crianza del bebé.
Martín Odom es pastor de la iglesia St. James A.M.E. Church en Nueva Orleans, Louisiana. Este
artículo se publicó por primera vez en Christianity Today International, usado con permiso.