Ser padre hoy no es fácil, pero ahora se ha sumado un problema más: la velocidad con que maduran biológicamente
los hijos.
Las niñas están creciendo más rápido de lo que solían hacerlo. En occidente, la edad promedio de la primera
menstruación (menarca) bajó en los últimos 150 años de alrededor de los 17 a los 12 o 13 años. Los hombres también se están
desarrollando antes, pero su transición a la pubertad es mucho más difícil de medir.
Cuanto más joven es una mujer al llegar a la pubertad, mayor es la probabilidad de que se enfrente a problemas
como depresión, cáncer de mama, consumo de drogas, relaciones sexuales riesgosas, un embarazo adolescente y tenga problemas
con su imagen.
En 1999 y 2003, un equipo dirigido por Bruce Ellis, de la Universidad de Arizona, informó de descubrimientos
realizados en estudios sobre 762 chicas a las que siguieron entre los 5 años y la madurez sexual.
Las hijas de hogares en los que el padre biológico estaba presente tendían a llegar a la pubertad y a su
primer encuentro sexual a una edad más tardía. También influía cuán cercana y afectiva era la relación entre el padre e hija.
En cambio, la ausencia del padre biológico o problemas entre los padres aceleraba la llegada de la pubertad, la actividad
sexual y el primer embarazo de las hijas.
Las chicas que vivían sin sus padres desde pequeñas eran por lo menos dos veces más propensas a llegar a
la pubertad a los 12 o 13 años, y lo eran siete veces más a tener un embarazo adolescente. Esto aumentaba con la presencia
de un padrastro.
En 2006, los investigadores Robert Matchock, de la Universidad de Pensilvania, y Elizabeth Susman, de la
Universidad de Penn, publicaron resultados de un estudio sobre 2000 estudiantes universitarias estadounidenses.
Observaron que la ausencia de padre biológico adelanta la menarca, así como también la convivencia con medios
hermanos y hermanos políticos. Según Matchock, "los padres biológicos envían señales químicas inhibidoras a sus hijas. Ante
la falta de esas señales, las chicas maduran sexualmente antes."
Es imposible predecir cómo influirá el comportamiento de los padres y su relación de pareja en el desarrollo
sexual de los hijos. De todas maneras, el psicólogo Jay Belsky opina hay una moraleja para los padres: las nenas sexualmente
maduras a una edad temprana enfrentan ciertas conductas de riesgo que sus padres pueden ayudar a evitar.
"Las chicas no se meten en problemas solas -dice-. Si sus hijas están madurando rápido, deben estar muy atentos
cuando atraen la atención de chicos más grandes." El entorno familiar actual es muy probable que tenga más sentido ahora que
nunca antes.
Autor: Sergio P. Sidoruk
Fuente: New Scientist / La Nación